-¿En qué piensas?
Tumbados uno al lado del otro. Observaba las estrellas, pequeñas pero poderosas, flotando en la oscuridad. Qué en que pienso… Pienso que hago en una noche romántica como ésta pensando en lo profundamente enamorada que estoy de ti y que aún lo guardo en secreto.
-¿No tienes pensado contestar?
Sonríes. Esa sonrisa. Esa que me vuelve loca... Ah, sí, la pregunta. La había olvidado. Te miro. Te devuelvo la sonrisa.
-¿En que crees tú que estoy pensando? No espero una respuesta acertada.
-Me gustaria pensar que en lo mismo que yo.
Lo dudo, pero lo guardo para mí.
-Quién sabe. Yo no sé que piensas tú.
-No tienes porque adivinarlo.
Rio.
-¿Eso significa que me lo vas a decir?
-Emmm, -lo piensas- no exactamente.
Me miras a los ojos. Mi sonrisa sigue colgada en mi cara mientras paulatinamente te acercas y se me acorta la respiración.
-No te lo voy a decir…
Dejas la frase inacabada. Y te acercas. Y me besas. Con timidez. Quizá con miedo a que me aparte. No tengas miedo. No lo haré, no lo dudes.
-Más bien demostrar.
Tus ojos están fijos en mí. Y sonríes, yo sonrío. Y reímos. Aparto la mirada un segundo y te vuelvo a mirar. Aún me miras, y tu sonrisa sigue pintada en tu rostro, al igual que la mía. Me vuelvo a reír.
-¿Qué pasa? –me acompañas con tu risa.
-Yo pensaba en las estrellas.
-¿Quieres decir que no pensabas en lo mismo que yo?
-¿En que llevaba tiempo queriendo besarte porque sentía algo por ti y ésta era la noche perfecta y por qué no lo hacía?
-Sí, -respondes desconcertadamente- exactamente eso.
-Entonces sí.
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